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viernes, 30 de diciembre de 2016

Con la app de musical.ly hemos topado

Al principio pensaba que una profesional, como yo, que trabaja todos los días en las Redes Sociales, tendría controlado este tema para cuando mi "bebé" empezara a trastear en ellos. Qué ilusa.

Mi "bebé" que ya no es un bebé, si no una pequeña mujercita de 9 años, el otro día me sorprendía con una conversación parecida a esta:

-Mamá, me puedo descargar musically? mi amiga Carol la tiene.
- Bueno, pero ya sabes, desinstala algún otro juego de la tablet, para que corra mejor y asegúrate que es GRATIS!!
- Valeeee. Oye,  me pide una dirección de mail o que me conecte a través de facebook o twitter.
- Cómorrrrrr????
Musical.ly: Comunidad de vídeo musical
Pasos que "una profesional como yo" dio en menos de 2 minutos:
- Tecleo "opiniones sobre musical.ly" en nuestra GRAN MADRE Google.
- Me aparece, entre otros, este artículo que al estar publicado en El Pais, me genera cierta confianza y que leo ávidamente: "Su hijo (y 90 millones de adolescentes) está enganchado a esta 'app' y usted no lo sabe"
- Las claves que penetran en mi mente son:

  • Niños entre 11 y 16 años
  • Red con alabanzas y críticas
  • Compartir con amigos
  • Seguidores: fan

-Definitivamente, me convenzo de que estoy ante una auténtica red social para adolescentes, con todo  lo bueno y lo malo que ello implica.
- Le digo al bebé: Noooooooooooooooooooooo!!!!

En fin, todo este prólogo -tan realista- es solo para afianzar la idea que nadie está libre del miedo ante lo desconocido y más, dentro de nuestro mundo virtual de redes entretejidas.
"El aprendizaje ha de ser constante ante la continua evolución de mentes retorcidas que ofrecen nuevas redes en las que, combinan sin compasión, música, vídeo, creatividad, baile y la sed de admiración que todo quisqui siente cuando se comparten habilidades sociales"

Que sí. Al final, nos la hemos descargado.

Y lo primero que esta "profesional"... ¿Profesional? ha hecho, ha sido ir al chirimbolito de la configuración y buscar ávidamente la opción de privacidad, no fuera que la niñata compartiera sus play backs, bailes y monerías con medio mundo.

Desde luego, que mi otra asignatura pendiente es Snapchat, a la que mentalmente añadí a "tareas pendientes para cuando Lucía fuera mayor". ¿Mayor? creo que me interesa abrirme una cuenta ya.

Y tengo que confesar que me da cierto miedo pues lo efímero de los contenidos le proporciona cierta impunidad.

De hecho, hace poco leía que muchas de las aplicaciones o herramientas que nacen, van evolucionando -gracias a los usuarios- hacia usos alternativos a los que ni siquiera, su propio creador, habría tenido en cuenta y que, en caso de Snapchat, esto habría derivado a una ciudad sin ley para el sexting (envío de contenido de tipo sexual).

Ni profesionales ni gaitas. Aquí todos somos iguales y es nuestra misión como padres estar muy pendientes del trasteo de los niños. Buscar el equilibrio entre su creatividad y libertad para descubrir el mundo digital en el que han nacido inmersos y la guía que debemos ser para que su descubrimiento no les haga mal.

Es lo que yo digo. El mundo virtual reflejo del real.
¿A que cuando son pequeños les das la mano para que crucen la calle?
Pues eso.

¡Hasta pronto...y sé feliz en el 2017!